02 agosto 2009



Monseñor Puente: el corazón detrás de la rudeza
Por: José Enrique García Sánchez

El suyo no es precisamente un estilo popular.

Quien lo ha escuchado por primera vez lo ha considerado radical, rígido y hasta anticuado.

Regañón es el término más suave que algunos usan para describirlo.

Su prédica suena ruda, el tono grave de su voz contribuye a proyectar una imagen de dureza, y cuando habla parece que se ha comido un micrófono, pero con micrófono o sin él, su voz se escucha de un rincón a otro, ya sea en el templo o fuera de él.

No hay posibilidad de ignorarlo. Imposible afirmar que no se entiende lo que habla.

Una cosa es tan clara como lo que dice: no le interesa agradar o quedar bien. Tampoco tiene conflictos para elegir el estilo porque está determinado a llamar las cosas por su nombre.

Ciertamente, es intransigente e intolerante porque no transige ni tolera las conductas que contravienen los preceptos de la Iglesia Católica, especialmente de quienes afirmando ser católicos ignoran tales mandamientos o las encubren en actitudes “modernas” que relativizan el aborto, consideran aceptable la eutanasia, y minimizan la liberalidad sexual.

La voz no le tiembla para llamar la atención a alguien en plena misa porque no se ha cubierto la cabeza. Le gusta el orden y es demandante cuando se trata de garantizar que la ceremonia se lleve a cabo con respeto, recogimiento y seriedad.

Tampoco le ha temblado la mano para ordenar, previo regaño, que una novia o quinceañera, y/o sus damas de honor, fueran tapadas con cualquier prenda que se tuviera a la mano, por usar vestidos muy escotados.

“!La casa de Dios se respeta!”, respondió molesto, provocando la indignación de uno que otro familiar.

“!Yo no me casé para que vengan a separarme de mi marido aquí en la iglesia!”, aseguró indignada, en otra ocasión, la asistente a una ceremonia de quince años, antes de abandonar el templo. Le pareció insultante la regla que los hombres deben sentarse de un lado y las mujeres de otro.

“!Así no vuelve a entrar a la iglesia!”, dijo el Padre Puente en otro momento, a voz en cuello, a un fotógrafo de larga cabellera que retrataba una de esas ceremonias.

Si la feligresía no escapa a sus enérgicos llamados de atención, menos las Religiosas Ecuménicas de Guadalupe, los niños del orfanato que dependen de ellas, y los jóvenes que cursan los estudios de pre-seminario.

“Mi mamá siempre me decía ¡hay hijo, no seas tan duro con ellas!, pero yo siempre le respondía que era necesario, la disciplina es parte importante de su formación”. Pese a ello, no es raro escucharle suavizar la voz y decir con timbre de orgullo: “!Mis monjitas!”.

Tal disciplina tiene una explicación en los códigos de disciplina militar que tomó de West Point y otras instituciones educativas, donde la formación académica es acompañada por esas pautas de comportamiento.

Pero la misma moneda tiene otra cara. El corazón se le “arruga”, se le hace chiquito cuando ve sufrir a alguien por la salud perdida, desempleo, la pérdida de un ser querido o el apuro económico. ¡Hay que tener caridad hijos!, insiste a todo aquel que le escucha.

No le interesa siquiera, juzgar si una persona se acerca a la congregación aparentando una necesidad que no tiene. “Eso lo debe juzgar Dios”, ha dicho.

Caridad es justamente lo que practica. No hay compromiso por muy fuerte que sea, que le impida salir corriendo a atender un enfermo o moribundo, sin importar la hora.

Con la misma preocupación dispone lo necesario para llevar a la población sacramentos como la primera comunión y confirmación. Particularmente le interesan quienes viven en unión libre. “!No les va a costar ni un peso, así los caso pero vengan ya!”

Los calificativos que varios feligreses usan para referirse a su trato son parecidos, son en realidad sinónimos de dulzura.

Quienes lo conocen de mucho tiempo, y domingo a domingo han seguido su trayectoria, coinciden: “La verdad es que Monseñor es un pan”.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, me gusta mucho su pagina, es muy interesante la labor de las religiosas.

marylua dijo...

José Enrique García Sánchez,
te agradezco profundamente este articulo:

El corazón detrás de la rudeza.
nuestro padre nos prometió darnos el pan de cada Día y para mi no existe otra posibilidad de recibir ese pan prometido si no fuese a través de un ministro santo como al que hoy te refieres o como el cuidador de mi alma que han sido grandes instrumentos de amor y fidelidad a través de los cuales he conocido el amor de mi padre Dios.
todos ustedes han sido bien bendecidos por tener este gran amigo De Dios junto a ustedes, cuidando su alma, defendiéndola y preparándola para ir al cielo.
te suplico que lo cuiden, amen, protejan y oren mucho por él, te suplico que lo colmen de eterna bendición, que sean obedientes a su voz, que no le causen dolor o tristeza, que son mucha, muchas almas a las cuales aun tiene que alcanzar y llegar para arrebatarlas de la esclavitud y de el pecado..

sean como barro suave,sean la complacencia de su alma enamorada del amor. sean hijos sean todo lo que tienen que ser y rezo para que de su comunidad nazca y floresca santidad y esa santidad nos bendiga con grandes santos enamorados de su creador..

realmente le agradezco esta oportunidad de conocer mas íntimamente a un enamorado de mi amado Redentor, un enamorado de nuestro tiempo; que honor y que gracia para mi alma al encontrarme con este gran testimonio;
un Sacerdote Santo para mi Iglesia que es Santa..

Gracia Mil, Monseñor Puente Ochoa por su existencia bendita.

esperando su bendición
mary

Anónimo dijo...

Como he disfrutado el trabajo sobre el Monseñor Isidro Puentes del periodista,me hace conocer el otro lado de la moneda, la parte generosa bondadosa de sacrificio y no lo que aparenta ser regañon,áspero,bravo.
Aprovecho la oportunidad, para plantearle algo que me tiene muy triste, desde Caracas Venezuela hay problemas graves en la señal, no abre la ventana del Santisimo, si logro entrar el el blog y en la radio eucarística, esto tiene ya cerca de dos semanas y me hace mucha falta. Felicitaciones, hace mucho bien. Ya era familiar las monjitas cambiando las flores y el padre en su misa, los velones ardiendo lo que me daba la segurida y alegria de estar disfrutando en vivo, Sant{isimo y la ceremonia. Les quiero y admiro Sofia Margarita de Urriola.

Pioquinto dijo...

Mas conferencias, por favor, se necesitan sacerdotes santos como este en el desierto espiritual que estamos viviendo, la misa es cada vez mas adulterada, con monaguillas juguetonas, con ministras extraordinarias a medio desvestir, con comunion en la mano y sin confesar, con anulaciones matrimoniales por frivolidades, el pueblo de Dios esta hambriento, mientras las jerarquias juegan a la politica, y esto, a nivel mundial. GRacias!

Anónimo dijo...

Monseñor Isidro Puente Ochoa;
Dios lo bendice y lo ama por ser su hijo fiel.

Penny Soberanes

Anónimo dijo...

Excelente comentario, por fin pude leer las palabras que he querido tener para describir a Monseñor, para transmitir lo que él inspira y nos ha instuido. En la distancias, simpre lo recuerdo con cariño, no olvido sus enseñanzas y los enormes méritos que práctica y con los cuales es ejemplo de vida. Lic. Flor de Ma. Garcia